por Orlando Gomenzoro Subieron al escenario a las diez menos veinte. El trío más mentado del rock se presentaba con la sobriedad de siempre. Diego Arnedo, con el habitual pantalón y camisa negra. Catriel Ciavarella, de jeans azules y remera negra con un Divididos estampado en vertical y acostado. Ricardo Mollo, también de jeans azules y con una remera negra con una Gibson en el frente que contrastaba la Fender Stratocaster roja. Arrancaron con “Ché, ¿Qué esperás?”. Divididos se disponía a aplastar. Los sueños y las guerras, Haciendo cosas raras, Alma de Budín mantuvieron el comienzo bien arriba. Mollo cambió la fender por una Gibson, como la de la remera. No cambió el poder. Ay que dios boludo, Cajita musical, Pasiones zurdas derechas. Volvió a la Fender roja y le dedicó Perro funk a su perro “que está en el cielo. Mollo mantiene el mismo magnetismo con el público. Conversa con los santos en remera, saluda a Ernesto por su cumpleaños, ¿no serás Ernesto Che?, hizo tocar tres t
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