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LAS LELIQS NO SE TRAGAN CON AGUA


Otra vez el gordo Trotta se había salido con la suya. “Che, Truman. Estoy queriendo dejar de fumar ¿Me traés algo de leliqs”. Y Truman fue. Fue al kiosco y le pidió a Miguel unas leliqs. ¿Unas qué? Unas pastillitas. Deben ser como las Tic Tac, creo yo. “Truman… caíste de vuelta. No aprendés mas”.

El kiosquero algo le explicó, como para saber dos cosas: a quién consultar y que no eran pastillas.

Unos años atrás había entrevistado a José Molina. Era un tipo bastante desagradable según recordaba. Era el titular de Consultoría José Molina & Asociados. Desde aquella vez, Truman tuvo dos grandes interrogantes. Uno, saber quiénes eran sus socios si trabajaba solo.

El teléfono era el mismo. Solo tenía que agregarle un 4. La secretaría no era la misma. Pero tenía la misma edad de la anterior. Pero veinte años atrás. Este Molina no es ningún pelotudo. Cambia de modelo de secretaria cada tres años. Nunca taxi. Siempre cero ka eme. Cuando le pasaron el recado, el mismo tomó el teléfono y arregló la cita. “Querido Orlando… Tanto tiempo. ¿Cuando querés venir? ¿Querés pasar mañana? Dale. Venite a eso de las diez. A las nueve tengo gente. Y después tengo toda la mañana para vos. ¿De lequics? Venís al lugar indicado. Je. ¡Qué lindo volver a verte!”. El cariño no era recíproco.

Al día siguiente, un fuerte abrazo marcó las diez de la mañana. Se sentaron en el mismo lugar que aquella vez. Truman, en el chéster de tres cuerpos de cuero ahora de color púrpura. Molina, en un Egg rojo nuevo. Mantenía la costumbre de hacerlo girar para darse importancia.

Impaciente, arrancó Truman - ¿Qué son las lequics?

- Las lequis son letras de liquidación que emite el Banco Central de la República Argentina – respondió y se dio cuenta que Orlando Gomenzoro se estaba tildado, buscando el punto fijo perdido en el infinito. Completó el silencio - Tienen un objetivo básico: secar la plaza de efectivo. ¿Para qué? Para que no haya circulante y no vayan al dólar ni a los precios.

- ¿Cómo es eso que no vayan al dólar ni a los precios?

- Claro. Que la gente no tenga dinero en el bolsillo y así no puedan ir a comprar dólares. Entonces, el precio no aumenta porque no hay mayor demanda. Lo mismo con los precios: si la gente no tiene plata, consume menos, hay menor demanda y, por ende, la inflación debería comenzar a ceder. Es que para este gobierno la inflación es un problema netamente monetario.

Truman frunció la frente. Las cejas se le unieron. Parecía que tenía la inteligencia de luto. ¿Y cómo llegan las Lequics a la gente?, preguntó Truman. No llegan a gente. Es una operatoria entre el estado y las entidades financieras. Los bancos le dan la plata y el estado se las devuelve con un jugoso interés. Empezaron con una tasa del 74 por ciento. Fue bajando de a poco y ahora está en 67, 68 por ciento. Igual es un montón. ¿Pero entonces esto es igual que las Lebacs?, replicó Gomenzoro. Molina se preparó para explicarle. Sacó del bolsillo de adentro de su saco Hugo Boss el mismo cigarrillo largo y fino que tenía en el mismo estuche plateado. Lo prendió con un encendedor Zipo plateado. Le convidó uno. Le agradeció. Pero lo rechazó.

Orlando, as Lebacs también fueron letras del BCRA. También fueron una bomba pero no tan grave como esta. Fue una bicicleta que duró más de dos años. Los tipos traían dólares, los cambiaban por pesos y los ponían a una tasa que osciló entre el 24 y 48 por ciento sabiendo que el dólar se mantenía quietito. Los del gobierno se dieron cuenta que les explotaba cuando llegaron a 1.2 billones de pesos y no podía pagarlas. La desactivaron con la devaluación de más del 100 por ciento. Pensá esto: en 2015 el monto de las Lebacs era de 26 mil millones de dólares o 260 mil millones de pesos. En diciembre de 2017, el monto era de 64 mil millones de dólares. Más del doble en dólares. 1.1 billón de pesos. Cuatro veces más en pesos. En marzo llegó la deuda a 1.2 millones. En abril comenzó la megadevaluación. En septiembre la deuda de Lebacs quedó licuada: 8.950 millones de dólares o 340.600 pesos.

A José Molina se le consumió el cigarrillo sin darle una pitada. ¿Y por qué son más grave las Leliqs que las Lebacs? Molina se acomodó para responder y le pidió a la secretaria un café chico con edulcorante y un cortado en jarrito con azúcar para Truman.

Por dos razones. Mirá. Acá los únicos ganadores son los bancos. ¿Por qué? Son los únicos protagonistas. Si fuera una película serían el actor principal. Y el estado y los ahorristas, actores de reparto. Recordá lo que quiere el gobierno: secar la plaza de pesos. Entonces obliga a los bancos a recibir estas letras a cambio de dinero. Los bancos le prestan al estado y reciben intereses a tasas usurarias. Lo cómico es que el Estado es el que establece la tasa de interés. Te pongo un ejemplo: el Estado recibe 100 pesos y devuelve 170 pesos. Un negocio redondo para los bancos.

A Truman no le daba la mano para escribir en su cuaderno Gloria con la bic azul punta fina toda mordida en la punta. “Y los bancos, ¿de dónde sacan el dinero?”.

Molina prende un nuevo cigarrillo. Esta vez no convida. Contesta: “Se fondean con los plazos fijos. Es decir, con la guita de los ahorristas. Los bancos los atraen con tasas de interés ente el 45/55 por ciento. Ese dinero es el que le prestan al estado. Le ganan a la inflación entre un 5 y 10 por ciento. Mientras tantos los ahorristas no van al dólar ni al consumo presionando sobre los precios. El tema es quién carajo va invertir para producir en este país con estas tasas”.

Truman anotó en su cuaderno: “Con el plazo fijo chupan dinero de la calle. Con las Leliqs chupan el dinero de los banco. Imposible que vuelvan a la plaza. Son re capos los del gobierno. Los bancos ganan un 20 por ciento sólo por ser intermediarios. Por ser pasa manos. Son más capos”.

Le dio el último sorbo al cortado. Había otra razón que hacía a las Leliqs más peligrosas que las Lebacs.

Molina contó que en menos de dos meses la deuda en Leliqs había superado los 600 mil millones de pesos, la mitad del monto adeudado en Lebacs en dos años y medio. Pero además está la bomba de los plazos fijos. Aumentaron 5 mil millones de dólares en un mes. El primero de octubre había plazos fijos en pesos por un valor de 21 mil millones de dólares. El primero de noviembre, por 26 millones de dólares.

- ¿Y cuál es el problema?

- De mantenerse esta proyección para abril, justo antes de empezar la carrera presidencial, habría 25 mil millones más. Cincuenta mil millones en total en plazo fijo. Imaginate un pequeño ruidito con el dólar. Imaginate una evaluadora de riesgo hablando de default como lo hizo esta semana la agencia FitchRatings. Imaginate al tesoro norteamericano subiendo la tasa de interés aunque más no sea medio por ciento, o una bolsa extranjera que se cae. Los plazos fijos se van al dólar y no parás la corrida ni a las piñas. No te olvides que la guita del FMI es para pagar deuda, no para engrosar reservas ni para solucionar quilombos monetarios internos.

- ¿Y cómo arreglás la bomba del billón de Leliqs y la bomba de los plazos fijos?

- Si no las desarmás a tiempo, tenés dos caminos. Y los dos terminan igual de mal. Uno es emitir como loco para cancelar las Leliqs y terminar en hiperinflación y devaluación. O se puede terminar como en el 89 y 90. Megadevaluación, hiper y canje compulsivo de plazos fijos. Como el plan Bonex. ¿Te acordás?

Truman quedó pensativo. La mano derecha sostenía la cara. El pulgar presionaba la mejilla y el índice agarraba la barbilla. Suspiró y largó la última pregunta. “Che, José. ¿Qué es una consultoría?

José Molina se tiró para atrás en su Egg rojo. Cruzó las piernas. Llevó un cigarrillo a la boca y lo prendió. Sonrió mientras el humo que exhalaba por la boca se iba mezclando con el de la nariz.

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